“...Lo que debe ser la columna vertebral del proceso es su voluntad ofensiva, activa, constructora ahora mismo, en el presente, de algunos de los cimientos del futuro... “
Iñaki Gil de San Vicente - Poder popular bajo el capitalismo
Más
allá de las palabras y discursos vacíos de intención real de
realización de un proyecto de cambio de paradigma político, la necesidad
de estructurar un sujeto político con capacidad tanto reactiva como
proactiva por un lado, como de generar contrapoderes con capacidad de
rellenar los huecos vitales dejados (provocados) por la dominación
económica capitalista y superarla, es de vital importancia.
Esta
determinación por trascender más allá del modelo impuesto, como
ejercicio de ruptura de las actuales relaciones de dominación y la total
trascendencia al sistema, requiere un esfuerzo por intentar analizar la
situación y sus posibles salidas desde una óptica que las
organizaciones, agrupaciones y colectivos políticos revolucionarios
tienen la obligación de graduar y renovar para no seguir repitiendo una y
otra vez las mismas faltas de unidad de acción estratégica y táctica
producidas por dogmatismos varios, sectarismos o distintas matizaciones
teóricas de supuestos proyectos prácticos a desarrollar una vez
derrocado el capitalismo, y que no se salvarán sin un acuerdo mínimo
básico y una evolución de acción conjunta que afiance, rebata y cree
teoría a partir de la práctica. Sin una unidad práctica y tangible de la
masa crítica oprimida no se podrá revertir el orden establecido.
Necesidad estratégica
Debido
a la debilidad del diseño estratégico (prácticamente inexistente) en
las distintas luchas, los avances en la lucha general resultan, con
mucho, inapreciables, si los comparamos con la revolución en el plano
subjetivo general que la profundización de la crisis sistémica del
capitalismo está llevando a cabo en su propia contra.
La
dispersión de las luchas en distintos sectores independientes sin un
hilo conductor, transversal y, sobre todo, radical (raíz), que sea capaz
de apuntar claramente el origen común, es como dispersar las fuerzas
para luchar por separado contra los tentáculos de un pulpo gigante sin
acertar que lo más importante es su cabeza. Hace falta que este hilo
apunte en cada lucha la verdadera naturaleza de la misma dentro de la
lucha contra el capital para poder conformar una respuesta clara,
contundente y organizada como pueblo, que además plantee una proyección
estratégica de futuro (entiéndase futuro en la relatividad de los
términos de tiempo político) basada en la construcción de distintos
contrapoderes coordinados entre sí, que no implique la pérdida de la
propia identidad ya sea personal, sectorial u organizativa, y por la
conformación planificada de un contrapoder en la práctica.
Proactividad y poder.
Un
contrapoder necesita una estructura de trabajo constante que lo
sustente en la conformación como poder alternativo al orden opresor
establecido y que le provea de la capacidad de acción ofensiva,
en contraposición a la mera reacción reivindicativa. Por eso, en tanto
que constante y de día a día, el trabajo que luche por la generación de
tejido social y poder popular, debe salir del redil normativo y
económico establecido por las clases dominantes y de sus ventajas de
control de tiempo y espacio organizándose en estructuras populares, que
además de trabajar por frenar las actuaciones del poder en contra de
los intereses de la clase trabajadora, debe trabajar por los propios
avances en el terreno democrático radical.
El
trabajo debe encaminarse en la auto-organización material y colectiva
desde las vecindades, pueblos, centros educativos, de trabajo, etcétera:
Espacios con capacidad de trabajo autónomo y soberano, colectivo y
democrático, y con capacidad de conseguir reconocimiento por parte del
su poder opresor correspondiente a base de hacer retroceder sus medidas,
de detenerlas y articular ofensivas generadoras de más conciencia de
clase y poder.
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