sábado, 8 de diciembre de 2012

Por un proyecto político DECENTE en mi barrio

“...Lo que debe ser la columna vertebral del proceso es su voluntad ofensiva, activa, constructora ahora mismo, en el presente, de algunos de los cimientos del futuro... “
Iñaki Gil de San Vicente - Poder popular bajo el capitalismo

Más allá de las palabras y discursos vacíos de intención real de realización de un proyecto de cambio de paradigma político, la necesidad de estructurar un sujeto político con capacidad tanto reactiva como proactiva por un lado, como de generar contrapoderes con capacidad de rellenar los huecos vitales dejados (provocados) por la dominación económica capitalista y superarla, es de vital importancia.

Esta determinación por trascender más allá del modelo impuesto, como ejercicio de ruptura de las actuales relaciones de dominación y la total trascendencia al sistema, requiere un esfuerzo por intentar analizar la situación y sus posibles salidas desde una óptica que las organizaciones, agrupaciones y colectivos políticos revolucionarios tienen la obligación de graduar y renovar para no seguir repitiendo una y otra vez las mismas faltas de unidad de acción estratégica y táctica producidas por dogmatismos varios, sectarismos o distintas matizaciones teóricas de supuestos proyectos prácticos a desarrollar una vez derrocado el capitalismo, y que no se salvarán sin un acuerdo mínimo básico y una evolución de acción conjunta que afiance, rebata y cree teoría a partir de la práctica. Sin una unidad práctica y tangible de la masa crítica oprimida no se podrá revertir el orden establecido.


Necesidad estratégica

Debido a la debilidad del diseño estratégico (prácticamente inexistente) en las distintas luchas, los avances en la lucha general resultan, con mucho, inapreciables, si los comparamos con la revolución en el plano subjetivo general que la profundización de la crisis sistémica del capitalismo está llevando a cabo en su propia contra.

La dispersión de las luchas en distintos sectores independientes sin un hilo conductor, transversal y, sobre todo, radical (raíz), que sea capaz de apuntar claramente el origen común, es como dispersar las fuerzas para luchar por separado contra los tentáculos de un pulpo gigante sin acertar que lo más importante es su cabeza. Hace falta que este hilo apunte en cada lucha la verdadera naturaleza de la misma dentro de la lucha contra el capital para poder conformar una respuesta clara, contundente y organizada como pueblo, que además plantee una proyección estratégica de futuro (entiéndase futuro en la relatividad de los términos de tiempo político) basada en la construcción de distintos contrapoderes coordinados entre sí, que no implique la pérdida de la propia identidad ya sea personal, sectorial u organizativa, y por la conformación planificada de un contrapoder en la práctica.

Proactividad y poder.

Un contrapoder necesita una estructura de trabajo constante que lo sustente en la conformación como poder alternativo al orden opresor establecido y que le provea de la capacidad de acción ofensiva, en contraposición a la mera reacción reivindicativa. Por eso, en tanto que constante y de día a día, el trabajo que luche por la generación de tejido social y poder popular, debe salir del redil normativo y económico establecido por las clases dominantes y de sus ventajas de control de tiempo y espacio organizándose en estructuras populares, que además de trabajar por frenar las actuaciones  del poder en contra de los intereses de la clase trabajadora, debe trabajar por los propios avances en el terreno democrático radical.

El trabajo debe encaminarse en la auto-organización material y colectiva desde las vecindades, pueblos, centros educativos, de trabajo, etcétera: Espacios con capacidad de trabajo autónomo y soberano, colectivo y democrático, y con capacidad de conseguir reconocimiento por parte del su poder opresor correspondiente a base de hacer retroceder sus medidas, de detenerlas y articular ofensivas generadoras de más conciencia de clase y poder.

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