Con puño de sangre y pueblo,
de campo yermo e indiferente por los palos
y ásperas tapias de cementerio,
es momento de alzar la voz,
de desempolvar la irredenta historia,
española de aquí cerca, obrera en más allá,
desposeída en todas partes
y por todas partes rota.
Porque desde abajo, en la base,
un derecho
no puede ser privilegio de señoritos;
porque no podemos
permitir que sean
negocio y artificio,
ni la salud trabajadora, el poder ser,
lo radical del sí mismo
ni la educación, fuente y esencia
de las mujeres y hombres nuevos
que habrán de tirar el lastre
de lxs indiferentes
y traer de nuevo al mundo un mundo nuevo,
de garganta clara y con voz firme:
El socialismo.
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